Alessandra Korap Munduruku se despidió de los discursos de la COP26 y aterrizó en la primera línea de la guerra del clima arriesgando su vida. Un corte de luz con la factura pagada, poco después de su regreso, la alertó de que algo iba mal. La líder indígena cogió a sus dos hijos y a su marido y durmió en otro lugar. Al día siguiente encontraron la casa invadida. Alessandra, una de las principales líderes de los pueblos originarios de la Amazonia, ha recibido amenazas de muerte por intentar detener la minería y la tala en las tierras de su pueblo. Ya había sufrido un ataque antes, tras denunciar el avance sobre la selva en el Congreso brasileño. Estrellas en la COP26, líderes como Alessandra volvieron a tener una diana en la cabeza nada más desembarcar del avión en Brasil. Salir de este callejón con la urgencia necesaria o continuar con el lento ritmo de los acuerdos es la elección que determinará cuánto se calentará el planeta a finales de siglo.
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