Al propagar la covid-19 y destruir la Amazonia, el presidente brasileño apunta al planeta con un arma biológica
Brasil ya cuenta sus muertos de 100.000 en 100.000. Cuando llegó a los 100.000, la población sabía que llegaría a los 200.000. Cuando llegó a los 200.000, estaba segura de que llegaría a los 300.000. Con una media diaria de casi 1.900 muertes, este número de víctimas se alcanzará antes de que termine marzo. Y entonces los brasileños esperarán a que lleguen los 400.000. Es como si hubiera un marcador cuyos números no paran de aumentar ante los ojos de un pueblo paralizado: la mayoría por impotencia, una minoría por fanatismo. Jair Bolsonaro controla ese marcador. Rechazó vacunas cuando se las ofrecieron y sigue condenando el uso de mascarilla y ordenando a la población que salga a la calle a trabajar. Uno de sus hijos, diputado federal, dijo recientemente que la gente “se metiera la mascarilla por el culo”.