The coronavirus and Brazil’s far-right president, Jair Bolsonaro, are jeopardizing the survival of Indigenous peoples and the future of the next human generation.
Sarah Mazzetti (Reprodução do The New York Times)
Leia no The New York Times, em inglês
A Morte do Último Ancião Juma na Amazônia (texto do The New York Times em português)
La muerte del último anciano juma en la Amazonía (texto do The New York Times em espanhol)
Al propagar la covid-19 y destruir la Amazonia, el presidente brasileño apunta al planeta con un arma biológica
El presidente brasileño, Jair Bolsonaro. ERALDO PERES / AP (Reprodução do El País)
Brasil ya cuenta sus muertos de 100.000 en 100.000. Cuando llegó a los 100.000, la población sabía que llegaría a los 200.000. Cuando llegó a los 200.000, estaba segura de que llegaría a los 300.000. Con una media diaria de casi 1.900 muertes, este número de víctimas se alcanzará antes de que termine marzo. Y entonces los brasileños esperarán a que lleguen los 400.000. Es como si hubiera un marcador cuyos números no paran de aumentar ante los ojos de un pueblo paralizado: la mayoría por impotencia, una minoría por fanatismo. Jair Bolsonaro controla ese marcador. Rechazó vacunas cuando se las ofrecieron y sigue condenando el uso de mascarilla y ordenando a la población que salga a la calle a trabajar. Uno de sus hijos, diputado federal, dijo recientemente que la gente “se metiera la mascarilla por el culo”.
Con el país acercándose a las 2.000 muertes diarias por la covid-19, el presidente brasileño amenaza el control mundial de la pandemia al seguir favoreciendo la propagación del virus.
Manifestantes que representan a pacientes sin oxígeno participan en una protesta contra el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, y su gestión de la pandemia, en Brasilia (Brasil), el pasado 31 de enero. SERGIO LIMA / AFP (Reprodução do El País)
O governo Bolsonaro decretou a morte de um pedaço da Amazônia para favorecer a Norte Energia, empresa controlada pela Eletrobras. É muito, muito sério o que está acontecendo agora. E, é importante perceber: nem de economia esse Governo entende. Com os olhos do mundo voltados para o Brasil por conta da Amazônia, a direção do Ibama traiu seu próprio corpo técnico e, com uma canetada, deu o controle da água à Belo Monte, condenado a Volta Grande do Xingu, uma das regiões mais biodiversas da Amazônia, e seus povos. Ou a sociedade se mobiliza para impedir um ecocídio ou daremos um passo largo rumo ao ponto de não retorno.
Usina de Belo Monte, na época de sua inauguração, em novembro de 2019. MARCOS CORRÊA/PR (Reprodução do El País)